Enfermedad hepática y la dieta
Una dieta y un estilo de vida saludables son importantes para mantener un peso adecuado y un buen estado de salud. Si una persona consume más calorías (energía) de las que necesita (es decir, gana peso), esto puede aumentar la cantidad de grasa en el hígado y el riesgo de MASLD (6). La mayoría de las investigaciones sobre el exceso de calorías y el riesgo de enfermedad hepática se han centrado en las grasas dietéticas y los azúcares.
La evidencia sugiere que superar los requerimientos calóricos mediante el consumo excesivo de grasas o azúcares provenientes de bebidas azucaradas puede aumentar el riesgo de MASLD (6). Cuando los azúcares en la dieta se consumen dentro de una alimentación donde la ingesta calórica se equilibra con los requerimientos energéticos (es decir, una dieta neutra en calorías/peso corporal normal), el efecto sobre la acumulación de grasa en el hígado no es claro, y la mayoría de los estudios no reportan un efecto significativo (7).
Fructosa y el hígado
El efecto de los azúcares que contienen fructosa en los marcadores de MASLD parece estar mediado tanto por el control energético como por la fuente de los alimentos (7).
La fructosa, como un azúcar añadido (o libre) en la dieta, puede desempeñar un papel único en el desarrollo y progresión de MASLD debido a la diferencia en su metabolismo en el hígado, en comparación con la glucosa. Sin embargo, los estudios que analizan este efecto suelen utilizar dosis altas de fructosa, y los individuos estudiados parecen consumir una dieta que excede los requerimientos calóricos de una persona. No está claro si existe un mayor riesgo de MASLD al consumir alimentos y bebidas con fructosa dentro de una dieta típica con equilibrio calórico. Una revisión reciente de la evidencia, realizada por investigadores de la Universidad de Toronto, concluyó que la fuente de los alimentos (es decir, el tipo de alimento) y el control calórico, son factores importantes que influyen en el efecto de los azúcares que contienen fructosa sobre el riesgo de MASLD (7). La revisión encontró que:
- En intervenciones dietéticas, cuando las bebidas azucaradas (una fuente de fructosa) se consumieron en dosis altas y aportando calorías en exceso, se observó un aumento en la grasa hepática y en las enzimas del hígado. Otras fuentes de alimentos con fructosa no tuvieron un efecto significativo cuando se consumieron como calorías adicionales (7).
- Cuando los alimentos y bebidas con fructosa fueron sustituidos por otras fuentes de carbohidratos (glucosa, sacarosa o almidón), sin cambios en el total de calorías de la dieta, no se observó un efecto independiente de la fructosa. Esto sugiere que el efecto de la fructosa no es diferente al de otros carbohidratos en la dieta (7).
- Se requiere más investigación a largo plazo utilizando dosis de alimentos y bebidas con fructosa típicamente presentes en la dieta y en diferentes niveles de control calórico (exceso y equilibrio).